domingo, 4 de julio de 2010

Mente Poderosa en el Aeropuerto

Una noche estaba una amiga en un aeropuerto esperando varias
horas antes de que partiera su propio vuelo.

Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas
para pasar el tiempo. Buscó asiento y se sentó a esperar.

Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó
que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano,
con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete
de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comerlas,
una a una.

No queriendo hacer una escena ella trató de ignorarlo.

Un poco molesta mi amiga comía las galletas y miraba el reloj,
mientras que el joven ladrón de galletas, sin vergüenza casi
también se las estaba acabando.

Mi amiga se empezó a irritar más y pensaba para sí misma:
"Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un
moretón en el ojo a este atrevido".

Cada vez que ella comía una galleta, él también se comía otra.

El diálogo de sus miradas continuo, cuando quedaba solo una,
se preguntaba quién lo haría. Con suavidad y con una sonrisa
nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió
en dos y le ofreció la mitad a la señora mientras se comía la
otra mitad.

Ella tomó media galleta bruscamente de su mano y pensaba:
"¡Qué hombre más insolente! ¡Qué mal educado!
¡Ni siquiera me dio las gracias!
Nunca antes había conocido a alguien tan fresco..."

Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado.
Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque
rehusándose a mirar en dirección en donde estaba sentado
aquel ladrón ingrato.

Después de haber abordado el avión y de estar sentada
confortablemente, buscó otra vez su libro que ya casi había
terminado de leer.

Al buscar su libro dentro su bolsa se quedó talmente sorprendida
cuando encontró el paquete de galletas casi intacto.

"Si mis galletas están aquí", ella pensó y apesadumbrada,
"las otras eran suyas, y trató de compartirlas conmigo."

Demasiado tarde para pedirle disculpas al joven,
se dijo lenta con mucho pesar, que ella había sido la insolente,
la mal educada, la ladrona y no lo sabía.

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¿Cuantas veces en nuestras vidas, hemos sabido con certeza
que algo era de cierta forma solo para luego descubrir que lo
que creímos era la verdad. . . no lo era?

Cuántas veces la desconfianza instigada en nosotros hace que
juzguemos injustamente a otras personas con ideas preconcebidas,
muchas veces alejadas de la realidad.

Por eso pensemos muy bien antes de juzgar a otros.
Demos siempre el beneficio de la duda antes de
pensar mal de los demás.

6 comentarios:

SusyBlog dijo...

aaah que hermoso
ya habia leido algo asi...

jejeje me da gusto leer
que aun existe gente buena
en este mundo

Su.

Jesusísima dijo...

jajaja

:)

Unknown dijo...

hola estamos de fiesta ya cumplimos 4 años dentro de la web esspero que sean mas jejeje gracias amigo por ser parte ya de mi mundo

meg dijo...

Hermoso relato, Cibersan. Tiene toda la razón del mundo.

Lo mismo que el Huerfano de Hijos. He vivido eso no hace mucho tiempo, con buen rollo. Pero mi hermano lo está viviendo ahora con mal rollo con su hija, que ha decidido romper con todo e irse lejos embarazada. Mi hermano no acaba de admitirlo. Y me has dado una oportunidad para llevarle tu escrito. Es más o menos lo que yo le he dicho. (Y Tagore advertía que sólo somos el arco que tensa la flecha y que una vez disparada ya no somos dueños de su trayectoria, que se marcará sola).

Gracias por aportarme tanto saber. Y por entrar en mi blog. Un saludo.

mmhr dijo...

Me gustó mucho este relato. Estoy de acuerdo con la reflexión debemos pensar bien las cosas antes de juzgar. Saludos

Coni Danegger dijo...

Gracias por el post.
Había leído alguna vez esta historia, que es linda y en la que nos podemos reconocer cualquiera (se mire como se mire, parece que siempre seremos el dueño de nuestras propias galletas...).