domingo, 8 de diciembre de 2013
Usando la Inteligencia
Una tarde la gente del barrio vió a una viejita
(muy conocida en el lugar) buscando algo en
la calle frente a su muy humilde casa.
Todos se acercaron a la pobre anciana.
¿Qué pasa? le preguntaron.
¿Qué estás buscando?.
Perdí mi aguja, dijo ella.
Y todos la ayudaron a buscarla.
Pero alguien le dijo:
Disculpa, anciana, la calle es larga, pronto
no habrá luz. Una aguja es algo muy pequeño,
¿por qué no nos dices exactamente dónde
se te cayó?.
Dentro de mi casa, respondió ella.
-Pero! ¿Te has vuelto loca? le gritó la gente. Si
la aguja se te cayó dentro de tu casa,
¿por qué la buscas aquí fuera?
-Porque aquí hay luz y dentro de la casa no hay.
-Pero aún habiendo luz, ¿cómo podemos encontrar
la aguja si no es aquí donde la has perdido?
Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y
buscarla allí.
Y la ancianita se rió.
¡Son ustedes tan inteligentes para las cosas pequeñas!
¿Cuándo van a utilizar esta inteligencia para encontrar
su propia vida interior? En el tiempo que los conozco
los he visto siempre infelices, intentado cubrir su
infelicidad con cosas exteriores, buscando afuera lo
que sé por mi propia experiencia, que se encuentra
dentro de ustedes mismos...
¡¡¡Usen su inteligencia!!!.
¿Por qué buscan la felicidad en el mundo exterior?
¿Acaso la han perdido allí?
Todos los allí presentes quedaron quietos, pensativos
y sin palabras;
y la viejita, con una sonrisa, desapareció dentro de
su casa, cantando....
jueves, 14 de noviembre de 2013
Tu amor es la pareja adecuada?
Aquí está la respuesta:
Cada relación tiene un ciclo.
Al principio, caes perdidamente enamorada.
Te anticipas a sus llamadas, quieren estar en
contacto, y se gustan sus costumbres.
Enamorarse no fue difícil.
De hecho, fué una experiencia completamente
natural y espontánea.
No tuviste que hacer nada.
Es por eso que se llama "perdidamente
enamorados".
Enamorarse es una experiencia pasiva y
espontánea.
Pero después de unos meses o años de estar
juntos, la euforia del amor se desvanece.
Es un ciclo natural de todas las relaciones.
Poco a poco, las llamadas telefónicas se convierten
en una molestia (si es que las hay), el contacto no
es siempre bienvenido (si es que lo hay), y las
costumbres de su cónyuge, en vez de sentir lindo,
te vuelven loc@.
Los síntomas de esta etapa varía con cada relación,
usted notará una gran diferencia entre la etapa inicial
cuando estaban enamorados y una fase mucho más
aburrida o con actitudes de enojo incluso.
En este punto, usted y/o su pareja pueden estarse
preguntando, "¿Estoy con la persona correcta?"
Y al reflexionar sobre la euforia del amor que una vez
tuvieron, pudieran empezar a desear esta experiencia
con alguien más.
Aquí es cuando las relaciones truenan.
La clave para tener éxito en una relación no es
encontrar a la persona adecuada, sino aprender a
amar a la persona encontrada.
La gente culpa a su pareja por su infelicidad y busca
fuera lo que le hace falta. Las atenciones extra
maritales vienen en todas las formas y tamaños.
La infidelidad es lo más común.
Pero a veces la gente se envuelve en el trabajo, en
un pasatiempo, en una amistad, televisión en exceso,
o sustancias de abuso.
Pero la respuesta a este dilema no está fuera de su
relación.
Se encuentra dentro de él.
La clave para tener éxito en la relación no es
encontrar a la persona adecuada, sino aprender a
amar a la persona que se encontró.
MANTENER el amor no es una experiencia pasiva
o espontánea.
Usted tiene que trabajar en ello día tras día.
Se necesita tiempo, esfuerzo y energía.
Y lo más importante, exige SABIDURÍA.
Usted tiene que saber Qué hacer para que funcione.
No nos equivoquemos al respecto.
El amor no es un misterio.
Hay cosas que usted puede hacer (con o sin su pareja),
Así como hay leyes físicas del universo (como la gravedad),
también hay leyes para las relaciones. Si usted sabe cómo
aplicar estas leyes, los resultados son predecibles.
El amor es por lo tanto una "decisión".
No es sólo un sentimiento.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Eres más grande que tus problemas
El Gran Maestro fue interrumpido en su lectura por
un grupo de aprendices:
-Maestro, tenemos una discusión y queremos que tú
nos arrojes luz sobre esto.
-Los escucho, les dijo.
-Si una persona es atacada por otros, con o sin justificación
debe de insultarlos y responderles, o simplemente ignorarlos
y quedar aplastado por ellos.
El Gran Maestro les dijo
-Pongan atención:
Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo.
Casi sin poderse mover el animal rebuznaba asustado,
mientras el campesino trataba de buscar ayuda, sin
conseguirla.
El campesino ante la imposibilidad de sacar al animal,
pensó: «El burro ya está viejo, me sirve de poco y este
pozo de todas maneras necesita ser tapado, así que en
realidad no vale la pena sacar al burro de este lugar».
Tomó una pala y empezó a echar la tierra dentro del pozo.
Cuando el burro sintió sobre su lomo la tierra que caía,
presintió que algo raro estaba pasando y de forma
instintiva empezó a sacudirse.
El campesino siguió echando tierra al pozo y el burro
continuó sacudiéndose la tierra de encima. Poco a poco
la tierra fue cayendo en el fondo del pozo y afirmándose
con el movimiento de las patas del burro.
El campesino con tristeza y sin mirar al interior del pozo
iba echando la tierra lentamente, pero de pronto oyó un
ruido y vio con sorpresa cómo el burro salió de un salto
del pozo.
El Gran Maestro continuó diciendoles:
Durante tu vida vas a sentir caer sobre tu espalda, todo
tipo de tierra, vas a sentir paladas de problemas, de
conflictos, de dudas, de sinsabores, y muchas cosas
más.
Depende de ti sacudirte y colocar cada situación debajo
de tus pies, o bien dejarlos sobre tu espalda y dejar que
el peso te deje inmóvil en lo más profundo del pozo.
Aprender a sacudirte y dejar cada uno de tus problemas
debajo de tus pies, te permitirá día a día subir un escalón
y al final casi sin darte cuenta te encontrarás libre y
victorioso.
domingo, 25 de agosto de 2013
El Gran Maestro, los fieles perros
Se encontraba el Gran Maestro junto a sus aprendices,
cuando noto que uno de ellos estaba muy triste
-A que se debe tu tristeza?
- Gran Maestro, mi fiel perro ha fallecido...
-Te has preguntado el porqué los fieles perros viven
menos que los humanos?
-No, Maestro...
-La Gente viene al mundo para poder aprender como
vivir una buena vida, como amar a los demás todo el
tiempo y ser buenas personas... verdad?
-Asi es Maestro...
-Pues bien... como los perros ya saben cómo hacer
todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto
tiempo en esta tierra como nosotros.
-------------------------------------------
Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:
Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre
a saludarlos.
Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu
cara sea de puro Éxtasis.
Toma siestas.
Estírate antes de levantarte.
Corre, brinca y juega a diario.
Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto,
patas abiertas.
Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y
recuéstate bajo la sombra de un árbol.
Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu
cuerpo.
Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
Sé leal.
Nunca pretendas ser algo que no eres.
Si lo que quieres está enterrado...escarba hasta que
lo encuentres.
Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio,
siéntate cerca y suavemente hazles sentir que estás ahí...
miércoles, 14 de agosto de 2013
Eres luciérnaga o serpiente?
Cuestionaban a el Gran Maestro con
sus miedos los aprendices, hasta que
él les hablo y les dijo:
Una vez, una serpiente empezó a
perseguir a una luciérnaga; ésta huía
rápido y con miedo de la feroz
depredadora, pero la serpiente no
pensaba desistir.
Huyó un día y ella no desistía,
dos días y nada.
En el tercer día, ya sin
fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a
la serpiente:
- Puedo hacerte tres preguntas?
- No acostumbro dar este precedente a nadie,
pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No.
- ¿Yo te hice algún mal?
- No.
- Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar.
sus miedos los aprendices, hasta que
él les hablo y les dijo:
Una vez, una serpiente empezó a
perseguir a una luciérnaga; ésta huía
rápido y con miedo de la feroz
depredadora, pero la serpiente no
pensaba desistir.
Huyó un día y ella no desistía,
dos días y nada.
En el tercer día, ya sin
fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a
la serpiente:
- Puedo hacerte tres preguntas?
- No acostumbro dar este precedente a nadie,
pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No.
- ¿Yo te hice algún mal?
- No.
- Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar.
miércoles, 5 de junio de 2013
El Gran Maestro: Medio vacío o Totalmente lleno?
Un grupo de devotos invitó a el Gran Maestro a
la casa de uno de ellos para que los instruyera.
El Gran Maestro dijo que debían esforzarse por
liberarse de reaccionar en demasía frente a los
hechos de la vida diaria, por lograr una actitud
de reverencia, y por adquirir la práctica regular
de un método de meditación que, a su vez,
les explicó en detalle.
El objetivo era darse cuenta de que la vida
espiritual debe estar presente en todo.
Es estar conscientes de esto no sólo durante
el período de meditación, sino constantemente,
en lo cotidiano. El proceso es como llenar un
colador con agua. El Gran Maestro hizo una
reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno
de ellos se dirigió a los demás, echando chispas
de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos
que nunca podremos lograrlo!
- ¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre,
¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo,
leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus
niños y ofrezco el mérito al Creador, o algo por el estilo
y después me siento elevado. Mi carácter mejora
durante un tiempo… no me siento tan impaciente,
ni hago tantos comentarios sobre otras personas.
Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que
antes. Es como agua en un colador, por supuesto.
Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del
colador sin lograr ninguna solución que los
satisficiera a todos. Algunos pensaron que el
Gran Maestro les decía que las personas como
ellos en este mundo sólo podían aspirar a una
elevación transitoria, otros creyeron que el Gran
Maestro simplemente les estaba tomando el pelo.
Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo
a algo en los clásicos que suponía que ellos
sabían… buscaron, entonces, referencias sobre
un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció,
excepto el de una mujer que decidió ir a ver al Gran
Maestro. El Gran Maestro le dio un colador y un tazón,
y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon
sobre una roca rodeados por las olas.
- Muéstrame cómo llenas un colador con agua.
-Le dijo el Gran Maestro
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y
comenzó a llenarlo con el tazón.
El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador
y luego se filtraba a través de los agujeros.
- Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo
el Gran Maestro – Mientras uno permanece de
pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse
con cucharadas de conciencia espiritual. No es
ése el modo de llenar un colador con agua, ni
nuestra esencia con vida espiritual.
- Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.
El Gran Maestro tomó el colador en sus manos y lo
arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes
y después se hundió.
- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo
el maestro. -Ese es el modo de llenar un
colador con agua y es el modo de realizar la
práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas
dosis de vida espiritual en la individualidad,
sino arrojando la individualidad dentro del mar
de la vida espiritual...
la casa de uno de ellos para que los instruyera.
El Gran Maestro dijo que debían esforzarse por
liberarse de reaccionar en demasía frente a los
hechos de la vida diaria, por lograr una actitud
de reverencia, y por adquirir la práctica regular
de un método de meditación que, a su vez,
les explicó en detalle.
El objetivo era darse cuenta de que la vida
espiritual debe estar presente en todo.
Es estar conscientes de esto no sólo durante
el período de meditación, sino constantemente,
en lo cotidiano. El proceso es como llenar un
colador con agua. El Gran Maestro hizo una
reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno
de ellos se dirigió a los demás, echando chispas
de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos
que nunca podremos lograrlo!
- ¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre,
¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo,
leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus
niños y ofrezco el mérito al Creador, o algo por el estilo
y después me siento elevado. Mi carácter mejora
durante un tiempo… no me siento tan impaciente,
ni hago tantos comentarios sobre otras personas.
Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que
antes. Es como agua en un colador, por supuesto.
Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del
colador sin lograr ninguna solución que los
satisficiera a todos. Algunos pensaron que el
Gran Maestro les decía que las personas como
ellos en este mundo sólo podían aspirar a una
elevación transitoria, otros creyeron que el Gran
Maestro simplemente les estaba tomando el pelo.
Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo
a algo en los clásicos que suponía que ellos
sabían… buscaron, entonces, referencias sobre
un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció,
excepto el de una mujer que decidió ir a ver al Gran
Maestro. El Gran Maestro le dio un colador y un tazón,
y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon
sobre una roca rodeados por las olas.
- Muéstrame cómo llenas un colador con agua.
-Le dijo el Gran Maestro
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y
comenzó a llenarlo con el tazón.
El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador
y luego se filtraba a través de los agujeros.
- Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo
el Gran Maestro – Mientras uno permanece de
pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse
con cucharadas de conciencia espiritual. No es
ése el modo de llenar un colador con agua, ni
nuestra esencia con vida espiritual.
- Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.
El Gran Maestro tomó el colador en sus manos y lo
arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes
y después se hundió.
- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo
el maestro. -Ese es el modo de llenar un
colador con agua y es el modo de realizar la
práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas
dosis de vida espiritual en la individualidad,
sino arrojando la individualidad dentro del mar
de la vida espiritual...
domingo, 14 de abril de 2013
Acompañando al Amor
Un día se supo que la isla se hundiría.
Todos prepararon sus barcos para partir,
con excepción del amor, que quería
permanecer en su hogar hasta
el último instante.
Cuando la mayor parte de la isla estaba
ya bajo el agua, el amor decidió pedir ayuda.
En ese momento pasó la riqueza en una
imponente galera, y el amor le preguntó:
- Riqueza, ¿puedes ayudarme?
La riqueza le respondió:
- No, lo lamento. Llevo mucho oro y mucha
plata en mi barco. No hay forma de que quepas.
El amor se apresuró entonces a pedirle ayuda a la
vanidad, que navegaba en un yate muy fino y
elegantemente adornado:
- Vanidad, ¿podrías ayudarme?
Y la vanidad contestó:
- Perdóname, Amor, pero estás mojado y lleno
de barro. No quisiera ensuciar mi lindo bote.
El amor vio a la tristeza:
- Tristeza, ¿puedo ir contigo?
- Oh... Amor, -replicó,- estoy tan triste que
prefiero estar sola.
La felicidad también rechazó la petición, porque
estaba tan feliz que no quiso ocuparse de nada
que interrumpiera la dicha que sentía.
De repente, el amor escuchó una voz que lo
llamaba:
- Amor, ven, acércate. Yo te llevo.
El amor estaba tan agitado, contento, y aliviado,
que no se le ocurrió preguntar quién lo había
salvado.
Al llegar a tierra firme, el amor cayó en cuenta de
su olvido y queriendo saber a quién agradecer, le
preguntó a un anciano que contemplaba el océano.
- ¿Quién me ayudó?
- Fue el tiempo.- afirmó la sabiduría.
- ¿El tiempo? -cuestionó incrédulo el amor-
¿Por qué?
Y la sabiduría aclaró:
- Porque el tiempo es capaz de entender la
grandeza del amor.
Algunas veces dejamos de lado al amor.
¿Qué nos quedará cuando todo lo demás haya pasado?
¿Valoras, agradeces y disfrutas a quienes te aman?
¿Cuál es el barco que más navegas?
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