Se encontraba el Gran Maestro hablando con la gente y les dijo:
Buda fue el hombre más despierto de su época.
Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y desarrolló
la benevolencia y la compasión.
Entre sus primos, se encontraba el perverso Devadatta,
siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e
incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que Buda estaba paseando tranquilamente, Devadatta,
a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina
con la intención de acabar con su vida.
Sin embargo, la roca sólo cayó al lado de Buda y Devadatta no
pudo conseguir su objetivo.
Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció impasible,
sin perder la sonrisa de los labios.
Días después Buda se cruzó con su primo y lo saludó
afectuosamente.
Muy sorprendido Devadatta preguntó:
— ¿No estás enfadado, señor?
—No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
— ¿Por qué?
Y Buda dijo:
—Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca,
ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada.
------------------------------------------
El Gran Maestro dice a la gente que lo escuchaba:
Para el que sabe ver, todo es transitorio;
para el que sabe amar, todo es perdonable.
Repite a diario:
Perdono a todo el que necesite mi perdón y me perdono
a mi mismo,
tres veces al levantarte, tres veces al acostarte y siente
que perdonas desde el fondo de tu corazón.
Cuando perdonamos actuamos con la energía de nuestro
interior... y ten en cuenta que con perdonar te quitas una
carga pesada.
miércoles, 30 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me parece muy acertada la precisión: "el que necesite mi perdón".
Mas duro y complicado es perdonar a aquellos que tras hacer daño persisten en su actitud y -por supuesto- no tienen ninguna intención de arrepentimiento, aunque si se mira bien, los primeros perjudicados son ellos mismos.
saludos.-
Publicar un comentario